9 may 2014

El caso del señor maduro con tripa que le tapaba las tetas

Llevo unos días en la playa, creía que para descansar, pero mentira de las gordas. Hoy en la hora del calor del mayo más fuerte un señor cuarentón pasado se me ha puesto enfrente de la terraza a tomar el sol con avaricia. El hombre tenía unas tetas que serían la envidia de muchas mujeres finas, pero quedaban disimuladas por una tripa de ocho meses de embarazo, que le abultaba más que los pechos. Daba gusto verle las tetas puntiagudas y con una veintena de pelos largos repartidos por la zona de los pezones. ¿He dicho gusto? Quería decir mal gusto.

Pero a lo que iba. El buen hombre creyendo que había pocos mirando se me ha puesto con el bañador todo encogido para que el sol le entrara más por las entrepiernas y puesto en pie y con los brazos estirados como Jesucristo pregonando, intentaba que el sol le diera por las axilas. Por esa zona blanca que se nos queda entre los brazos. Los abría y los levantaba hasta que pasaba alguna persona cerca, pues le debía dar corte la postura.

Resultaba patético y poco gracioso pues como encima tenía la cabeza pequeña la tripa enorme se le comía toda posibilidad de que nos fijáramos en otra cosa que no fueran sus grasas. Yo estoy gorda, pero no me pongo a hacer figuritas en la playa. Y no me quedo en un dedo de traje baño pues si quiero sol en mis zonas escondidas me pongo en pelotilla en mi terraza pero nunca me atrevería en la playa. Para no provocar un conflicto mental en algún joven que piensa que las mujeres guapas siempre se quedarán guapas. Yo también tuve la tripa lisa y los pechos en su sitio, je je.

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