Que costumbre tienen las grandes tiendas de cambiar de vez en cuando las cosas de su sitio.
Hoy hemos ido a una a comprarme una cinta para Pilates; en el mes de septiembre estaban al final de la tienda, hoy he ido a comprar otra cinta toda decidida hasta el final que por cierto es bastante larga y ¿donde estaban las cintas?, ¡¡tachan, tachan!!, pues al principio.
Si piensan que así compramos más, conmigo se equivocan. Pensaba mirar también unos pantalones de chándal, pero me ha cabreado tanto, que he cogido la cinta que es en el único sitio que la venden y me he vuelto para mi casa.
Ellos piensan —digo los encargados de estas cosas— que con la escusa de buscar una cosa compras más y sobre todo conoces todos los productos que venden pues te los tienes que recorrer antes de encontrar lo que buscas, que no es mi caso y me cabrea que me tomen el pelo y eso que lo llevo corto; pero como lo que sobran son tiendas voy a donde quiero y compro lo que me da la gana.
No estamos para gastar en balde, ni perder el tiempo, y mucho menos que hagamos lo que quieran ellos. Si quiero pasear me voy al parque no a hipermercado a ver garbanzos y ropa de plástico. Conmigo han salido perdiendo ellos.
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