Esta mañana he subido en el tranvía y por un momento pensaba que me había equivocado y me había metido en alguna oficina. La mayoría de la gente con su móvil en las manos, pero ya no hablando —aunque sea lo mas normal enterarte de toda la conversación aunque no quieras—, si no escribiendo a 300 pulsaciones por minuto y encima hasta con musiquita en las teclas.
Enseguida me he dado cuenta que no era una oficina, que era el tranvía, por que aunque parece que se mueve muy poco, algo se menea y sobre todo los asientos, que cuando tienes suerte de sentarte parecen que están engrasados y te vas escurriendo, estoy segura que más de una o uno habrá acabado en el suelo. Son nuevos y todavía no tienen “grasa animal”.
Hay que ver la ligereza que tienen para escribir las jóvenes, claro y como escriben de esas maneras que no te enteras de lo que ponen, al final cuando alguno de mis hijos me mandan algún mensaje, termino por llamar por que como escriben solo con consonantes no entiendo ni pajolera aunque intente adivinar.
Qué lastima, ya no puedes hablar con nadie, cada uno va con su móvil escribiendo y luego no tendrán nada que comentarse cuando estén juntos.
Por otro lado ya que no se escriben cartas, es una manera de que no se te olvide escribir, al final no hay mal que por bien no venga. Bueno, más que escribir es teclear una letras tras otra, olvidándote de las vocales. Y es verdad que para que lleven la música a todo trapo, es mejor que escriban que hacen menos ruido y no se quedarán sordos.

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