Ayer fue mi cumple (cincuenta y tantooooos o cincuenta y todos, que ya ni me importa); en lo primero que te das cuentas de los muchos años que vas cumpliendo es en los dolores que empiezas a tener: rodillas, cabeza, cansancio, y lo poco o nada que se va acordando la gente de ti.
Puedes pensar muchas cosas sobre esto: que están como tú y se les ha olvidado, que no te han querido llamar,; y piensas: ¿pues que les habré hecho? que yo me acuerde nada, o casi lo mejor es pensar que no te quieren felicitar para que no sufras cumpliendo años. Pero eso no es así, te feliciten o no, los años se van cumpliendo.
Eso sí, mi familia ahí estuvo, hasta el que tengo fuera, bueno tampoco somos tantos: mi santo, mi hija y el que tengo fuera. El que está fuera me había comprado un regalo y lo había escondido en un armario y a la hora de repartirlos lo llamó su padre y por teléfono me dijo donde estaba; esa sí que fue sorpresa; una figurita de artesanía africana con una madre con su hijo. También me han regalado un libro, y un reloj.
Suerte tuvo el del armario que no me dio por revisar para arreglarlo, como suelo hacer de vez en cuando. Por que no estaba en el suyo, estaba en el de su padre.
Bueno esto te enseña que ya no me tengo que acordar de los cumples de los demás, por que con eso de que soy mayor :-)
No me voy acordar de ningún cumpleaños y así me convierto en tan buena persona como todos los demás.

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