Ha sido mi cumpleaños hace poco, y me han regalado un aparato para masajes de esos eléctricos, que es una maravilla. Me lo pongo en la espalda y él solo va bajando según me muevo dándome masajes por toda la espalda sin casi ruido, vibrando y moviéndose que es una gozada.
Ya no tengo que pedir favores a la familia y lo que es mejor, como se lo presto a todos no les tengo que dar los masajes yo.
Claro que a lo mejor —como soy muy mal pensada— me lo han regalado a mi con la intención de emplearlo ellos. O para no tener que darme masajes y evitarse el curro. Bueno da lo mismo, el caso que es una pasada.
Son unas cuantas bolas en un especie de almohadilla que dan vueltas aleatorias e incluso cambian de giro. Ahora mismo lo tengo puesto, ¿y?… casi, casi, como un orgasmo flojico.

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