22 feb 2010

Hay que educar para que los niños no se conviertan en pequeños monstruos

Como tengo una cierta edad, ya estoy en condiciones de disfrutar un poco de la vida sin críos pequeños, (que son muy majos y están para comérselos, y alguna vez de forma literal.
Pues nada, ahí que nos fuimos mi marido y yo a cenar a un restaurante normalito, porque claro, si nos llegara para uno de los caros pues a lo mejor esto un hubiese pasado.
Estamos tan contentos los dos empezando a comernos nuestra ensalada ilustrada, ósea con un poco de todo, cuando vemos aparecer por la puerta unos cuantos críos de todas las edades de esas insoportables, con sus papas y mamas.
Hasta aquí llego el descanso.
Primero corrimiento de sillas, luego gritos, empezamos bien pensé yo, y seguimos con nuestro pescado como si nada estuviera sucediendo.
Ya están sentado, piden su comida y de momento todos tranquilos, pero qué poco dura la tranquilidad. Ya estamos en los postres y como es fiesta hacemos un pequeño sacrificio para nuestra glucosa y nos pedimos unos profiteroles de chocolate.
Los críos ya han terminado de comerse su hamburguesa y empiezan a cansarse de estar allí quietos (como es normal por otra parte), ¿y qué pasa entonces? pues que empiezan a tirarse las trozos de pan que no se han comido, alguno te llega a ti, se levantan estrepitosamente, las madres y padres ni sin inmutan, empiezan a levantarse a gritos, que si me meo, me cago, me canso; y los padre charra que te charra sin inmutarse ni mirarlo.
Como los chavales ya están cansados de estar allí empiezan a encorrerse entre las mesas. Mientras nos tomamos el café, pedimos la cuenta y nos vamos a casa con un pequeño ataque de nervios desatados, que no sabes qué te va a sentar peor, si los profiteroles que te suben el azúcar o los críos que has tenido que aguantar tú sin ser nada tuyo, y encima soportando a los padres te miran mal porque levemente te quejas con la mirada.
Otro día me monto el chiringuito en casa y a los críos que los aguanten sus padres, los abuelos o quien quiera. Yo no. Yo aguanté a los míos, que por cierto estaban mejor educados, y eso que no teníamos tantos estudios y cultura como ahora; pero si teníamos más respeto a los demás, porque en el mundo no solo estas tú, sino mucha gente mas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario