8 may 2011

El caso de un brazo, con el sistema operativo algo anticuado, os lo juro

Mi santo esposo, no sí si como esta todo el día en el ordenador o qué, el caso es que esta noche a las 3 de la madrugada, durmiendo todos como ceporricos, me ha cogido el brazo y me ha dicho gritando: —A ver, ¡déjame verte el brazo! Que te tengo que cambiar el sistema operativo del brazo.
Os lo juro —¿Pero de mi brazo?— le decía yo totalmente despierta y casi asustada, y él insistía en que si.
Le he tocado la frente por si acaso estaba delirando y no, estaba frío, le he preguntado: —¿Estás dormido? Y él me ha dicho que si, con toda la tranquilidad del que sabe lo que responde, pero insistiendo en que me quería cambiar el sistema operativo del brazo.
Y yo riéndome, os lo juro, aunque visto desde ahora casi me entran miedos y no risas, pero en fin. Mi hijo asustado se ha despertado sin saber si yo estaba riendo o llorando. El caso es que el santo dormido, se ha dado cuenta de que llegaba su hijo o alguien al dormitorio, y va y le pregunta: —Pepe, ¿a que a los brazos hay que cambiarles el sistema operativo?
Por cierto, mi hijo no se llama Pepe.
Claro, digo yo, como a él le han puesto un aparato en el corazón con mando, pues se conoce que me quería quitar los brazos para actualizármelo o vete a saber con qué puñeteras ideas.
Claro está, cuando nos hemos levantado todos no se acordaba de nada, menos mal que estaba mi hijo de testigo, si no la loca hubiera sido yo.
Y es que tiene tantos aparatejos por su mesa de despacho o sus cajones que no puede ser; tendré que esconderle alguno por algún tiempo.
Lo malo que el ordenador es muy grande para meterlo en ningún sitio. Para mi que se ha confundido mis brazos con su nuevo juguete. Un iPad que dice que habla y todo. Seguro que más que él.
Os juro que esta noche me acuesto con una gayata en la cabecera para darle en la sesera como me quiera cambiar algo de mi cuerpo. Ya se lo he dicho.

2 comentarios:

  1. Veamos, chata. Una cosa es que tenga sueños y otra que esté locaris; como que no.

    Yo de joven soñaba con cambiarles el sistema operativos a las chicas de mi barrio, pero te juro que no soñaba con sus brazos.

    En tu caso, igual es que ya sólo te quedan brazos.

    No sé, háztelo mirar.

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  2. Estos hombres no desconectan cunado duermen. Mi santo me dijo una vez: Juancar, traeme la traspaleta que hayq ue mover la leche de sitio, y me inistía en que además había que hacer no se que cosas de la leche inmediatamente. Y yo que estaba dormida me desperté y ya le advertí que era su santa y no el Juancar ese.

    Pero ya estoy acostumbrada no es la primera vez que le pasa. Lo del brazo tuyo... no se yo me separaría las camas por si acaso.

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