Voy de vuelta de Valencia a Zaragoza, otro paseo por la España cada vez más hermosa. ¿Alguien duda de que España es maravillosa para verla, disfrutarla e incluso para saborearla en los platos?
Bueno, pues eso, que España está muy bien, y cuando nos fuimos de Zaragoza a Valencia eche en falta que no tuviera el tren una cafetería para poderme tomar mi cafecico de mitad mañana ya que es un vicio (más) que tengo. En cambio si lleva maquinetas de refrescos, de esas del siglo pasado. Pero el tren de hoy, el de vuelta, tiene un camino más largo, ya que va desde Cartagena a Zaragoza. Sus buenas siete horas de tren no te las quita nadie.
¿Cómo puede ser que un tren con tantas horas de viaje no lleve una cafetería en condiciones? Ya, ya, lo entiendo, para horrarse mano de obra, para tener a un parado más en las listas.
No me pude tomar el café de la mañana y ahora el de después de comer, que es tan sagrado o más que el de la mañana. ¿Y si me quiero comprar un bocata? pues me chupo el dedo, el mío y el de mi santo.
Menos mal que hemos comprado cosas típicas para que prueben los hijos, pero me temo que van a tener que conformarse con lo que llegue.
Mi santo. como me he puesto tan pesada y quejica por no tener café, me ha cogido una Cocacola, que es lo mas parecido al café, ya que lleva cafeína y es oscura; fría eso, si, pero cuando no hay pan buenas son tortas, que es lo que hemos comido. En vez de paella de marisco como ayer, hoy tortas con Cocacola, jope qué cambio.

No hay comentarios:
Publicar un comentario