Hoy cumplo mi primer año de vida. Y ya sé leer y escribir.

Pues nada, que ya tengo un añito de mi “nueva” vida. Y no veáis lo lucida que estoy, cómo he crecido a la lato y a lo ancho en estos 12 meses de vida.

Hoy hace un año del fatal accidente que tuvimos mientras íbamos a Burgos por la autopista. Me acuerdo como si fuera ahora mismo. Las palabras que le dije a mi hijo por teléfono.

–¡¡Hay!!, cariño hemos tenido un accidente. estamos bocabajo y el papa está sangrando y no me responde.

Recuerdo el interrogatorio que le hacia a mi santo dentro del coche, que el pobre no sabia donde estaba, más de media hora sin conocimiento mientras yo pensaba en lo peor.

Pero bueno, todo ya es pasado y quitando el ojo de mi santo. que sigue igual de idiota, viendo torcido todo lo que ve, lo demás va bien. Dice que ahora ve todo más de izquierdas, que el ojo derecho ya no le funciona y que es por eso.

Un día más para celebrarlo, ya que en esta casa cualquier escusa es buena para preparar una comilona, con la familia y amigos.

Había pensado escribir muchas cosas, pero la verdad, solo voy a dar las gracias a los que nos atendieron, tanto en la carretera, gentes que pararon a darnos ánimos, a la Guardia Civil, a los bomberos y a los médicos y enfermeras que nos atendieron en la carretera, como a toda la gente del hospital de Logroño.

Por supuesto a mis hijos que nos dieron todo su ayuda y cariño, y a unos buenos amigos, que perdieron un viaje a Roma para poder traer a mis hijos hasta Logroño y estar todos juntos con nosotros todo el tiempo, hasta que nos dieron el alta al día siguiente.

Y por supuesto a los cuatro Ángeles que sujetaron las ruedas (un ángel por rueda) para que el coche no se escachara más y nos aplastara.

Creo que cada uno tenemos nuestra hora, ese día por suerte no era el de marcharnos de viaje para siempre.

Un consejo, por favor. A nosotros nos salvó el cinturón de seguridad. Os lo digo para que se sepa.