8 jul 2011

¿Por qué los hombres son tan cabezudos?

Hoy he tenido una buena discusión con mi santo cabezón. Todo por unos garbanzos. Y de frasco, para más jodernos todos.
Que si lo hacíamos así, que si los prefería asá, que si no me entiendes, que si no me explico. En fin hasta mi hijo ha intervenido —en defensa mía— que una madre es una madre.
Aunque luego, al final, los que hemos llorado y nos hemos sentido mal por lanzarnos contra el santo cabezón hemos sido los dos.
Al final he hecho los garbanzos como yo decía. Han salido buenos y suficientes, para los tres. Pero el puñetero de él, del cabezón de la sal, no me ha dicho ni ¡mu¡.
¿Por qué siempre tienen que tener razón ellos y ser los mas listos y nosotras —en este caso yo— quedarme con el remordimiento de estar siempre equivocada.
Todavía estoy esperando que me digan cómo estaban.
De todos modos a veces estamos nerviosos y discutimos por cualquier tontada, y creo que este ha sido el caso. No lo digo por el caso de los garbanzos asesinos, lo digo en general; a veces cualquier tontada hace que saltemos y digamos cosas que no debemos ni queremos decir.
En fin todo ha quedado claro y los garbanzos en la buchaca.
Y estamos como antes de hacer los garbanzos pero con menos hambre y con más malas caras.
¿Pero a quien se le ocurre hacer garbanzos en pleno mes de julio y con el calor que hace? Me pregunto yo.
Y encima eran garbanzos con callos de ternera con callos, ahí queda eso, con dos ganas bien puestas. Igual es que no quería comer tripas de cerdo por lo deque lo que se come se cría. :-)
De momento le haré cariñines para acercarme a él, que igual he sido un poco cabezona también.

2 comentarios:

  1. No soy cabezón, si acaso algo ancho de testuz.
    Mira, los garbanzos, bien, pa qué vamos a decir que no, pero eran pocos y has hecho trampa añadiendo chistorra y preparando segundo plato y comiendo pocos vosotros dos.

    ¡¡¡Traaammmpooooosssooooosss!!!

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