12 jul 2011

Somos unos borregos a la hora de saber juzgar


A veces somos un poco hipócritas, sobre todo cuando no nos afecta a nosotros las cosas. ¿Cómo se puede ir a la puerta de un hospital para aplaudir a un señor como Ortega Cano, que aunque él no quisiera hacerlo, sucedió lo que la mayoría de la gente sabemos?

Produjo un accidente que el señor fallecido, sin comerlo y sin beberlo, es el que pago el pato, y él, el famoso, que sí bebió más de la cuenta y se lo llevo por delante y que aunque ha estado entre la vida y la muerte, ayer salio del hospital; pues que parece que había hecho una de sus buenas corridas por el recibimiento de la gente. ¡Borregos!

¿Qué pensarán los familiares del fallecido, qué cara se les habrá quedado si han tenido arrestas de saber que lo aplaudieron?, creo que bastante peor de la que se me quedo a mi cuando vi el espectáculo. 
Me imagino que la misma gente esa, que aplaudía en la puerta del hospital, habrán dicho que lo pague, que lo pague bien; o al menos eso quiero pensar.
Pero vamos, que el aplauso se lo llevó.
¿Y por qué me pregunto yo?
Es que lo no entiendo
¿No pudo salir por detrás y en una ambulancia hasta su casa?
Y no que encima, salio dando pena, en silla de ruedas, que lo tuvieron que meter como pudieron en el coche, todo demacrado —normal después de tantos días ingrasado—.
Pues tengo que decir que a mi no me dió ninguna pena.
Si me dio pena de ver la gente que estaba allí y que aplaudieron. Yo no digo que lo abuchearan, pero si que hubieran pasado de él como si fuera una persona desconocida. Claro que tengo que reconocer que todos estos días tampoco ha pasado como un desconocido.
Así que es este país, dependemos del dinero que tienes para que te traten bien o mal.  ¡Borregos!



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