26 may 2013

Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma

Estoy dolida, cabreada, triste. Se ha ido para siempre un amigo, un amigo de toda la vida, buena gente. Trabajador, luchador con y para los demás,  no bebía mas que agua hasta en las buenas ocasiones, no fumaba  y vino un enemigo y se le pego en el páncreas y el hígado y tanto lo quería para él que en tres meses se lo ha llevado. Ha podido más que nadie, él tenia ganas de vivir, como es normal, pero como se suele decir, hay compañías que matan y este mal bicho lo quería solo para él.
Lo siento por él, también por las hijas, pero sobre todo por la mujer, una buena persona donde las haya; callada, dulce, que hace dos años se murió su padre de una larga enfermedad, y ahí ha estado ella siempre para cuidarlos todos los días, su madre esta también mal, pues eso, con muchos años, pero este palo así casi sin  darte cuenta y con 55 años…, no lo entiendo, por mas vueltas que le he dado toda la noche, no lo entiendo.
 Yo no digo que se tengan que morir nadie, pero ¡coñe! que voy a la residencia a ver a la tía y hay cada cuadro que para que os quiero contar. No vale preguntarse nada. Hay que asumirlo.
Si al de arriba le hace falta gente —que no se muy bien para qué como no sea para limpiar los cristales del cielo y vernos mejor— por mucho que los creyente me quieran convencer, no me van a convencer. A no ser que en este caso, por que haya muchas revueltas y necesitaran un buen negociador, pues en estos asuntos mi amigo estaba muy puesto.
Espero que desde donde esté nos siga ayudando y dándonos fuerzas como siempre lo ha hecho. Y ahora descansa que ya trabajaste bastante en esta tierra. Besos Chema.


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