Hoy no es martes y trece, pero para mí ha sido así.
Lo primero me han timado en un bar de barrio, ¡ba rri ó!, y lo digo yo que siempre he vivido en malos barrios. Me ha salido un poco caro el café con leche pues nos han debido ver cara de pardillos.
Luego en el oftalmólogo, se nos ha colado un amigo de los médicos que iba con sus padres y le tocaba nada más que media hora mas tarde que a nosotros.
Hoy se suponía que también teníamos consulta con el neurólogo, pero cual ha sido nuestra sorpresa, cuando nos dicen que el día de hoy estaba anulado y que si no nos había llegado la carta —pues mire usted, si hubiera sido así, no habríamos venido.
Y más sorpresa; cuando hemos ido a pedir cita, van y nos dicen que nos la habían adelantado un mes antes y que no habíamos ido,—pero si no hemos recibido nada—, les hemos dicho suavemente; —bueno pues o esperan ustedes hasta septiembre, o les doy hora con otro doctor para el jueves. Pues nada para el jueves.
Todo esto por la mañana; por la tarde como mi cuñado (el pequeño, aunque no hay otro) no sabe hacer nada que no le interese mucho, nos ha mandado comprarle una tele pequeña.
Pues allá que hemos ido, cómprala llévala a su casa y pónsela en marcha, por que según él, para esto es un poco torpe. Pues nada allí que vamos y otra sorpresa más; el cable de la antena esta roto, partido y sin arreglo. Pues ala, a comprar el cable dichoso.
Total que mi santo perdiendo el culo por el hermanísimo, hijo adoptivo mío, y de momento son las 10 de la noche pero él no ha llegado a su casa, por que ni gracias nos ha dado.
Como veis hoy no me aburrido mucho. Pero para que sean los días como hoy prefiero aburrirme. ¡Mecahis, siendo suave!

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