11 sept 2010

Nueve años ya del atentado de las Torres Gemelas de NY. Parece que fue ayer.

Hace nueve años yo estaba en Cambrils sola con mis hijos —no habían comenzado el colegio—, había terminado de comer cuando me llamó por teléfono mi santo —que trabajaba, era martes— para decirme que había un atentado brutal en NY. Que pusiera la televisión rápidamente, me dijo, como si yo tuviera que enterarme por obligación de algo que yo debía resolver. Pobre de mi.
Si, mi santo es un un enteradillo, y enseguida me dijo que aquello parecía un atentado —os juro que con la primera torre ya me lo dijo—, pero no tenía ni idea de parte de quien. Yo ya no hice siesta, que era obligatoria en las vacaciones. ¡Je! ¡je!, y en los días de trabajo también.
Bueno no es de sonreír, pues yo también cogí canguelo, sobre todo al ver que aquellas moles de edificios se hundían. Sigo sin entenderlo, la verdad, eran enormes y se hundieron como si fueran de papel de aluminio. Terrible.
Mi santo a la tarde me dijo que no me preocupara mucho, que no era para volverme a casa, que tranquila. Yo estaba cagadita, pensaba que era como mínimo el fin del mundo, que qué hacía yo en la playa con mis hijos y mi santo sólo en casa. ¡Qué jeta él!, pensé. Pasé una tarde chunga pegada a la televisión y esperando llamadas de mi santo que por Internet —él ya tenía— se enteraba de todo y me iba mintiendo poco a poco y a su manera. Hoy todavía tengo los recuerdos de lo que creí que era el comienzo de una Gran Guerra. Y no me equivoqué.

1 comentario:

  1. Yo estaba trabajando en Trujillo y no pude ver las imágenes hasta el telediario de las 9 de la noche pero pasé toda la tarde colgado de la radio con un canguelo de cuidado. También pensé que la III Guerra había comenzado.

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