8 sept 2010

Para perder, nada como fuerza de voluntad y comer la mitad. De todo pero la mitad.

Hoy me tocaba enfermera, quiero decir pesarme, tomarme la tensión y mirarme la glucosa. Yo tenía mi argumento preparado por que aunque en casa no me he querido pesar, ya sabía que me había engordado por todo lo que estaba comiendo, debido a la ansiedad por el accidente (excusas que me montaba en la cabeza para cuando me echara la bronca por engordarme), pero resulta que mi argumento después de tanto pensar en que le iba a decir resultó inútil pues no estaba (le han tenido que operar de urgencia, me ha parecido mal preguntar de que); lo siento por ella, pero la bronca ha sido menor, ya que el enfermero no me conocía y era jovencico; sólo me ha dicho que bueno, pues ahora ya se resarcido usted del accidente y ya se puede poner otra vez a dieta.
Lo que no le he dicho es que hasta la próxima vez que me ha dado cita tengo en medio mi cumpleaños, el de mi hijo, las Fiestas del Pilar, mi hijo que si aprueba la que le quedó en enero y se examinó ayer termina la carrera y hay que celebrarlo, el cumpleaños de mi cuñado y no se si se me olvida alguna celebración más, que seguro que si.
No sé como lo voy hacer, pero ya me veo todo el día haciendo bici, batuka, andar a raudales, Pilates…, aunque también puedo dejar de comer y comer solo los días de acontecimientos, que me parece que son más de los días que me quedan para dentro de un mes, así que mal lo tengo.
Espero que haya otro suplente (sin que esté peor la enfermera) y así la bronca será menor. Es lo mejor, esperar a que tenga otro enfermero joven y guapo, con sonrisa escondida y que no sepa decirme que estoy gorda de comer.
Por cierto, no es que esté tan gorda, no es eso, pero sí que debería pesar unos 50 kilos menos :-), no que es mentira. Con unos diez me conformo.

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