12 sept 2010

Sin amigos la luz del sol es más pequeñita

Como dice el refrán, la familia es la que te toca y a los amigos los eliges tú. Y qué verdad es.
El jueves quedamos a cenar con mi cuñado que esta separado y para que no se sienta tan solo pues de vez en cuando quedamos a cenar, dinero no tiene mucho pero se conoce los mejorcitos locales de la ciudad —tampoco no esta mal, así aprovechamos nosotros para conocer cosas nuevas—, pero cual fue mi sorpresa que cuando estábamos con los cafés y le llamaron por teléfono, se salio de la mesa para hablar y cuando volvió se tomo el café de un trago y nos dijo que se iba que había quedado, no sabemos con quien —aunque nos lo imaginamos; con faldas y a la loco—, solo sé que llego a casa a las tres de la mañana.
Después de que quedamos con él, casi nos deja plantados, bueno casi no, nos dejó plantados.

En cambio hoy hemos quedado a comer con los amigos que el día del accidente llevaron a nuestros hijos hasta Logroño, estuvieron con nosotros hasta que nos dieron el alta en el hospital y me vine de vuelta claro está, con ellos en su coche, detrás de la ambulancia donde iba mi marido. No me dejaron sola en ningún momento, estuvieron conmigo y mis hijos todo el tiempo mientras mi marido estuvo en el hospital dos días.
Y hoy después de comer y en plena sobremesa nos han contado que el día del accidente se iban a Roma, cuatro días, lo dejaron todo por nosotros, los padres como digo, vinieron a Logroño, mientras las hijas anulaban el viaje que iban hacer esa misma tarde. —¿Como nos íbamos a ir sin saber cómo estabais? nos han dicho las chicas de 28 y 24 años, y mi marido en chunga les ha dicho —vosotros no queríais perderos el entierro—.
Eso si que es de agradecer, nos hemos quedado de piedra, pero ahí están los verdaderos amigos. Y las comparaciones.

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