Ayer estuve cenando con unos amigos y como ya podéis suponer, arreglamos a nuestro modo el mundo. Poco, ya lo sé, por que no habéis notado nada todavía, pero nos echamos unas buenas risas, sobre todo con mi amiga que se le casa la hija y claro tiene que perder un poco para estar mas guapa.
Yo le digo que para los pocos kilos que le sobran se pone una faja de esas que esconden todo y ya está —que si, que eso piensa hacer, ponerse la faja, pero antes para entrar en la faja tiene que perder los kilos necesarios para que lo que sobre tras la faja no le invade los costadillos—
Ella se quería comprar el vestido de madrina ahora en las rebajas. —Pues por eso te tienes que comprar ya la faja, para luego comprarte el vestido con la tripa escondida— le digo yo.
Total que les dimos una buena conversación a nuestros hombres que se partían, avisándonos que ellos, fíjate, nunca usan faja. Los muy traidores, de barriga cervecera.
Como se nota que ya somos abuelas —perdón, mayores, que de momento no tenemos nietos— sin querer ya somos abuelas viejicas aunque lo intentemos disimular, que no sé que es peor.
Hablando de fajas y de esas casi ortopédicas, que no sé si son para las pocas mollas que tiene ella o para estar mas tiesa, y parecer mas alta —entre nosotras, gorda no está, pero es un poco bajita ☺. Lo siento chata, que sé que no me lees, je, je.
Esto hay que repetirlo más a menudo, nos dijimos; lo de cenar y reírnos no lo de casar a las hijas. Por cierto ¿a como sale el kilo de boda de una hija? ¿merece la pena casarse con lo caro que es, para que a los cuatro días, si te he visto no me acuerdo?
Y una pregunta crucial. ¿Qué tipo de fajas llevan las artistas de cine, que siempre son delgadas de tripa aunque tengan todos los años del mundo?
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