Hoy es Viernes Santo, así que toca ayuno y abstinencia, y como estamos todos bastante enfriaduchos y tenemos pocas ganas de nada nos hemos repartido el hacer la comida y ha salido muy bien.
Mi santo el primero: alcachofas rebozadas y atún escabechado con cebolla como tapas de entrantes; el segundo plato lo he preparado yo, albóndigas de bacalao con tomate, para chuparse los dedos, pero no nos los hemos chupado porque queda un poco mal, además hoy hay que comer lo justo.
Y el postre la ha hecho mi hijo, nos ha cocinado lo tradicional en estos días, unas torrijas que esas si que estaban buenas, ni yo misma las hago mejor.
Creo que este chico ha confundido sus estudios y tenia que haberse dedicado a la restauración, restauración de cocinar y comer que no de restaurar nada viejo. Vaya buenas que le han salido, estoy a dieta (por cierto ya he perdido dos kilitos) pero no me he podido resistir a comerme dos. Tenían secreto que por supuesto no nos ha dicho.
Se nota que sus bisabuelas eran cocineras de marqueses, condes y cosas de esas. Y así me han salido los dos, unos buenos cocinillas. Lo que valdría hoy un libro de notas de aquellas abuelas cocineras de grandes salones de ricos aragoneses. Pero aunque sabían escribir las dos, no tenían tiempo entre fogones e hijos. Hace 80 años también trabajaban las mujeres.
Contaban que cuando los años del estraperlo, se traían pan y huevos entre las faldas para dar de comer a sus hijos. Qué años.

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