1 abr 2013

Mi santo escribe, yo escribo. ¿Y para qué?

Mi santo que esta acostumbrado a escribir todos los días en su montón de blog, se piensa que yo tengo el mismo tiempo que él y la misma disposición para escribir; y no.
—Hace mucho que no escribes— me dice
—Ya, pero es que yo tengo otras obligaciones que tú no entiende, guaperas.

Aunque ya sé que todos somos iguales, hombres y mujeres, y que él me ayuda en lo que puede, ósea en cocinar que es lo que le gusta, pero no le pidas mucho más.
En cambio cuando yo le pido ayuda para algo, siempre me dice que está trabajando —trabajando en qué, le digo yo, si estás jubilado-
—Escribiendo en mi blog— me dice con cara de ocupado.

A él mis cosas no le parecen ni obligación ni importantes y lo mismo me pasa a mi con lo suyo. Creo que vamos a tener que sentarnos y tener una laaaaaarga conversación.
Es muy buena persona, te da casi todo lo que le pides, pero hay cosas que no hay manera de que le entren en la cabeza.
Ahora me dirá que para escribir esto, mejor no escribir.
—Tú me has pedido que escribiera y esto es lo que me ha salido. Así que te jodes, chato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario