4 jun 2010

Zapatero a tus zapatos

Ayer que vino mi hija a comer, para pasar el rato se me ocurrió hacer de peluquera y casi la dejo calva a la pobre. Ella se reía pero yo creo que lo hacía para no ponerme mas nerviosa de lo que estaba. Le corté el pelo y eso muy bien, se lo hago muchas veces (a los hombres de la casa —a mi marido y mi hijo—, se les corto una vez al mes y les queda muy bien a los dos). Pero ayer quise rizarle un poco el pelo a mi hija y como no teníamos mucho tiempo, pues en cuenta de cogerle rulos y dejarlos un buen rato, pensé que con el cepillo redondo terminaría antes. Anda que vaya escabechina; se me lió el pelo en el cepillo; —treinta minutos de nervios— y que aquello no se desenredaba; creo que las dos nos reíamos de lo mismo, ella que no decía nada porque pensaba mi madre me deja sin pelo, y yo que pensaba lo mismo pero toda nerviosa, pero ninguna decía nada a la otra de lo que realmente pensaba.
Al final tuve que pedir ayuda a mi marido y el con mucha paciencia (hay que reconocer que tiene más que yo), poco a poco fue soltando el pelo y no hubo que cortárselo de raíz como yo estaba pensando que habría que hacer al final. Luego reíamos todos pero vaya rato que pasamos las dos sin decirnos nada.
Así que zapatero a tus zapatos, y me refiero al de arreglar zapatos no al presidente. Y que nos quede claro a todos, el oficio de peluquería es tan complicado como cualquier otro.

1 comentario:

  1. Tu hija sigue conservando la larga melena para hacerse permanentes, trenzas y moños, pero la próxima vez no eches espuma y luego pases un cepillo, porque se pega.

    El domingo otra vez a hacer experimentos con mi pelo, que yo me dejo.

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