Esta mañana mientras desayunaba he visto un programa en la tele 24h con todas las imágenes juntas de la catástrofe de Japón, desde los primeros momentos del terremoto hasta la visita después por algunos vecinos, a la calles destrozadas de sus ciudades.
Es impresionante lo que puede hacer el agua y la naturaleza cuando se cabrea. El fuego es malo pero con el agua se apaga. ¿Pero quien para el agua?
Es que parece que iba despacio pero se llevaba a su paso todo lo que encontraba. Eso si, la gente daba gusto verla, con qué serenidad estaba la mayoría de ellos. Haciendo sus filas para comprar, sin barullo, ni empujones. Teníamos que aprender un poco de ellos.
Aquí se nos cuela una persona en la pescadería y ya estamos armando el belén.
Y por si era poco el terremoto, que ahora les llega la central nuclear para terminar de asustarles. Claro que como suele pasar siempre, mientras no pasa nada no nos preocupamos y en cuanto pasa algo salta la alarma y ahora nos ponemos a inspeccionar las centrales nucleares nuestras.
Como se suele decir, no hay mal que por bien no venga. Total que me he quedado un poco “para ya”. No sabia si llorar de pena por ellos o de alegría por la suerte que tenemos nosotros, en plan egoísta.
En fin que mi corazón está con todos ellos.

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