Después de la tempestad viene la calma. Da igual el tamaño de la borrasca, de sus daños colaterales o no, tras el dolor debe venir la superación y la calma.
El terremoto familiar del martes pasado creo que se ha arreglado y ya hemos recogido todo lo destrozado. Los cascotes, la sangre, los ruidos, las aguas sucias y anegadas. Y vuelven a brotar aguas limpias y cristalinas.
De momento todo sigue como antes —creo—; pero he pasado días malos, aunque ya estoy mejor. Ayer fui a la peluquería a ponerme un poco guapa y hoy ya me he tomado mi cafecito de mitad mañana con sus correspondientes churros —dos largos y crujientes churros— que eso es en lo único que no he hago caso a la enfermera, en todo lo demás si, ☺
Es una de las cosas que más me satisface cada mañana, el “cafecico” de a mitad de mañana; igual me da tomármelo en casa que en una cafetería. Pero es algo ancestral, interior, sublime diría.
En lo demás si que le estoy haciendo caso a la enfermera y está haciendo efecto, poco a poco voy perdiendo los poquitos kilos que me sobran —como 20 dice ella—, no se si aguantaré tanto, vienen días malos, quiero decir para no comer; por lo demás son días de paz, amor, felicidad, y todo eso falso que se dice.
En cuanto llega el ocho de enero ya se nos han olvidado todos los buenos pensamientos falsos de amor. Vuelve los pobres a ser mas pobres, la cuesta de enero —aunque creo que es peor febrero—, y todo eso que no nos gusta.
En fin procuraremos empezar el año 2012 con ganas, que ya poco a poco nos iremos apagando, como las luces de la Navidad.

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