Pues que ya se nos ha casado la abuela Cayetana. Y cómo bailaba la puñetera, parecía de cristal fino que se iba a romper en cualquier momento; su santo marido la intentaba sujetar por que si caía, que no se hiciera pedacitos antes de —por lo menos— pasar las primeras 24 horas juntos tras el hisopazo del cura.
Dicen que La Duquesa anciana, se pone el mundo por montera. Mi abuela si viviera, y tu abuela y la del otro, si también tuviera en su cajón los 20 títulos de Grande de España, y las tierras, castillos y palacios que tiene ella también se pondrían el mundo por montera.
A mi, particularmente, me pareció una paparruchaza, y eché en falta a todos esos jornaleros que tiene y están quejosos de ella silbando a las puertas de su Palacio, ¿donde estaban, o acaso no los dejaron pasar para no estropear la fiesta a la abuelita?
Bueno, no me quiero asaltar con esta señora que ya veis que me cae de put… madre.
Claro que ahí ha estado la hija, que no tenia otra cosa mejor que hacer que a sus años coger la varicela, también ha sido casualidad puñetera ¿no?
Los hijos siempre dándonos los mejores días.
Claro que ella no parecía muy afectada, a lo mejor la procesión iba por dentro. En fin que me voy a mi Pilates, que ahí me desahogo un poco de todas estas cosas que me poner tan nerviosas, levantando las piernas y las canillas hasta donde puedo. Además los jueves nos toca relajación al final de la sesión. Soñaré con la Duquesa y así me quedaré dormida con más facilidad. O igual vomito.

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