29 oct 2011

Yo no creo en los supermercados modernos. No huelen a verdad

Me ha enseñado mi santo un sistema de supermercados de Seul, que dicen que es una ciudad muy lejana y moderna, en donde los “seulotas” o “seulinos” compran haciendo fotos con su teléfono móvil a unos códigos QR mientras ven en unos carteles fotos de las costillas de ternasco, los chorizos o las alcachofas. Y que luego les mandan a su casa la compra de verdad, que vete a saber tú en qué se parecerán los carteles a las manzanas que te llegan a casa.

Mi santo, que es muy moderno para lo que él quiere, dice que es el futuro, que así se ahorran no sé cuantas cosas. Pero a mi me suena sobre todo a despedir a trabajadores, a que así consiguen pagar menos mano de obra. ¿Cómo le puedes decir al teléfono que lo que quieres es cuarto y mitad de tajo bajo o de costillas de badal?, es imposible. Estos chinos se conforman con todo tipo de mentiras. Bueno, que me da igual, los coreanos también. ¿A qué huelen los carteles en donde están los quesos para comprar? ¿cómo te aseguras que las gambas son del tamaño que deseas? 

Para ir a comprar, nada como los mercadillos tradicionales, con su pescatero al que le preguntas con cara simpática —¿Qué tal la merluza? Es para invitar— y si el pescatero te dice que es mejor llevarte salmón, que hoy lo tiene buenísimo, ya sabes que la merluza lleva unos días mirando al fluorescente y empieza a tener el encefalograma plano.

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