Esta mañana hemos ido en San Sebastián al parque Cristina Enea, que según nos ha dicho una guía del mismo, era el nombre de la esposa de un ministro y dueños de todo el parque (incluido el chalet y la iglesia) hasta que lo donaron a la Diputación de Guipúzcoa.
Guapo es poco; muy tranquilo, como un pequeño bosque dentro de una ciudad, con rincones escondidos por donde pasean los patos o algunos pavos reales. Los antiguos dueños obligaron al dejarlo en herencia que no su pudiera emplear más que como parque tranquilo, sin bicis ni grandes fiestas. Y por las noches tiene que estar cerrado. Y no se le puede cambiar el nombre, que es el de la esposa. Eso son hombres agradecidos ¿no?
Al salir unos payasos estaban entreteniendo a los niños del barrio y: o una AMPA o una Asociación de Vecinos, estaban dando chocolate con bizcochos de una inmensa olla. Nos hemos acercado a verlo, y enseguida, creo que se han percatado que éramos forasteros, nos han llamado para que nos tomáramos un chocolate con las pastas. Era para los niños así que les hemos debido hacer gracia. Todo un detalle que nos ha parecido una muestra de amistad añadida, la verdad.
En el parque hemos visto dos exposiciones, a mi santo, que siempre mete el morro en todos los sitios le han dado unos poemas y el resultado de una encuesta sobre Arte y a la salida chocolate como a los niños ¿se puede pedir más de una mañana de parque?, pues si, hemos terminado en la playa viendo a los que hacen wuinsurf o como se llame eso de andar por encima de las olas con tablas.
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