20 oct 2012

Caminaba como una enamorada bajo la lluvia, cuando ¡zas!

Hoy, como llovía bastante pero hacía meses que no me mojaba por la lluvia, he tenido la feliz idea de irnos a pasear por el parque del barrio, que esta en la orilla del Ebro; parece que esta  cerca de casa, pero si, si, menuda andadica que nos hemos metido.

Muy bonito eso si, un paseo por esos caminos de tierra debajo de los árboles enormes de un soto natural como dos tortolicos, con el paraguas para taparnos como dos enamorados; no había nadie, solo nosotros y las campanas del Pilar tocando a las 8 de la tarde.

Parecía mismamente que estábamos paseando por Hyde Park de Londres, todo verde, bueno creo que verde por que era ya casi de noche y no se veía muy bien. Y así le ha ido a mi santo, que entre la casi noche y que no ve bien, ha pisado un gran charco y zas, adiós al encanto del paseo, os podéis imaginar el vocabulario. Y los zapatos todos chipiados. Pero él, como un machote ha dicho que nada, que no notaba el agua dentro de los pies, hasta que ha llegado a casa y me los ha enseñado. Como unas barcas, en serio.

Pero hoy después de muchos años de los que tengo, me he dado cuenta de una cosa, que por lo menos me pasa a mi. Cuando estoy cansada de mente o de moral, me da por llorar. En cambio cuando estoy cansada de andar o de hacer ejercicio, vamos físicamente, me da por reírme y cuando más quiero ir para llegar antes a casa, parece como si en cuenta de ir para adelante, andará para atrás. Ya sé. soy rara de narices, ¡y qué!

No hay comentarios:

Publicar un comentario