Hoy hemos tenido juicio social para la incapacidad de mi santo. Tiene el corazón muy jorobado y no ve con un ojo además de otros problemas que no quiero contar, lleva 5 años de bajas médicas pero no sirve de nada. No toca ahora que te concedan nada de nada. El abogado de la Seguridad Social, un tipo grueso con cara roja de beber agua de litines, ha llegado media hora tarde y el juez no se le ha comido los hígados. Si quien hubiera llegado media hora tarde hubiese sido mi santo y yo, nos hubieran dado lo mismo que llegando puntuales. Nada de nada. Pero nos hubieran lanzado una bronca de órdago.
Dice nuestro abogado que estos juicios son muy mejorables, pues tiene que dictar un señor que no entiende de certificados médicos, de informes de la Seguridad Social, de incapacidades reales, excepto por su experiencia en joder a los que piden. Perdón, que no se puede decir joder así como así.
No quiero decir como he salido del juicio, pues mi santo no me deja quejarme; con 56 años y 42 años cotizando por trabajar y cotizar desde los 14 años (pues en realidad empezó a trabajar con 12 años), ahora que está jodido le dan la patada y punto pelota. A pedir a la puerta de una iglesia.
Él, que parece medio tonto, se lo toma a buenas. Se sigue dedicando a ayudar a las gentes del barrio, a sus líos políticos de barrio. Me dice que es que estos jetas no viven en nuestros barrios, que si no fuera por que algunos se dedican a los barrios todos sería mucho peor. Lo miro y me río en su cara sin que me vea.
El baboso que ha llegado tarde, estará cenando hoy en un restaurante de mucha pasta y los pobres de nuestro barrio seguirán sufriendo por pagar la luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario