Ayer empecé el Pilates y volví a ver a mis antiguas compañeras del año pasado. Mis compañeras de colegio de adultos, je, je.
Pregunta típica: —¿cómo estáis, chicas?
Contesta ilógica y tonta de una de mis compis, de edad normal para nuestras grasas: —hay chica, muy triste, muy triste.
—¡Y eso!— le requerimos con especial duda.
—Pues nada—nos responde con cara de compungida—, que el año pasado me apunte al curso de lectura del Club de Jubilados y este año no me han cogido.
Y seguía diciendo con ganicas de explicar: —yo, que nunca había cogido un libro hasta el año pasado y ahora me han dejado sin la ilusión de seguir leyendo.
Ya ves tú, después de 60 años sin leer, ahora le había pillado el gusto, incluso nos dice que nunca había leído un libro. Mentira.
Más vale tarde que nunca, también es verdad.
Y seguía y seguía hablando de lo apenada que estaba; ya no pude más y le dije: —pues si le has pillado el gusto, ¿por qué no lees en tu casa?
Contestación de la señora lectora con esposo de un buen nivel formativo pues es economista: —Es que allí es mas entretenido, por que estamos 25 personas y vamos leyendo del mismo libro cada una de nosotras un par de hojas.
¡Toma ya! ¿pero eso es leer?, no sé, para mi que eso es pasar el rato, que es para lo que lo hacen esos cursos, que sirven y muy bien sobre todo para que la gente mayor salga de su casa y se relacione con otra gente.
Lees dos días a la semana, luego te vas el jueves a casa y hasta el martes siguiente no sabes qué va a pasarle a la señora del libro con su gato angora o qué hará al final el anticuario que está a punto de robar el cuadro famoso. Muchas dudas para dejarlas desde un jueves al martes siguiente.
Lo que no me acordé es de preguntar si el libro del año pasado lo habían terminado, por que si no es así no me extraña que este apenada, sin poder saber cual es el final del libro leído a trozos con deferentes voces. ¿Y se centran con la historia?, yo no podría.
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