Pues ya hemos empezado mes nuevo y qué mes nos espera. Para empezar hoy nos tocaba enfermera, la cosa ha ido fenomenal, un kilico de más y otra poquica de subida en la glucosa; y a mi santo casi lo mismo, aunque el asqueroso no se engorda.
Claro, es normal, estando juntos todo el día comiendo y andando y haciendo las mismas cosas pues eso “dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición”.
Yo como siempre le he argumentado a la enfermera que en este mes y medio entre visita y visita, hemos tenido el aniversario de boda, mi cumple y el de mi hijo; muchos acontecimiento, claro que ya no le he querido contar que habíamos estado también en San Sebastian y… ¿como privarse de sus pinchos?, era ya demasiadas excusas, aunque todas son verdad.
Mi santo ha dicho en cuanto hemos salido con esa cara de concejal de pueblo: —esto se ha terminado, a partir de hoy nos lo tomamos en serio”— y para celebrar el cumple de mi hijo que fue ayer y lo celebramos a medio gas por eso de que hoy teníamos enfermera, nos hemos comprado para postre tres pasteles de esos tan buenos de “mil hojas”, y cóooooomo estaban. ¡Dios, por qué los tienen que prohibir las enfermeras?
Lo juro, este ha sido el ultimo pastel hasta navidades —¡andá! no me acordaba, la semana que viene es el Pilar, mis Fiestas Mayores— me tendré que ir fuera, para no pecar aquí.
Bueno, mañana empiezo mi Pilates, así que ya voy a empezar el mes de octubre haciendo ejercicio que algo rebajara la barriga. Mecagüenla.

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