5 oct 2012

Me voy a una isla desierta, pero me llevo el parchís

Me voy con mi hijo, los dos solos, en tren, a una casa que tienen unos amigos en un pueblo perdido del pre pirineo. Es como escapar a una isla desierta, en serio y sin que se enteren los del pueblo, pero es cierto.

No hay  de nada en el pueblo (bueno, un casi bar sí hay) pero nada más; por no tener no tienen ni televisión en la casa; y no tienen por que no quieren, no han puesto ni la antena, para que ninguno de los que vamos nos de por comprarles la televisión.

Son solo tres días, tres días sin Internet, sin ordenador, casi sin teléfono móvil pues hay que ir a una esquina determinada del pueblo a pillar cobertura. Espero que a mi hijo no le de ningún “yuyu”, pero él es el primero que quiere irse allí, para eso precisamente, para estar unos días como un ermitaño, pero con mamá criada de compañía, ja,ja,ja. Y dejamos a mi santo y al perro solos.

¿Qué me encontrare a la vuelta?, un poco de mieditis me da, pero bueno, creo que nos va a venir bien a todos, tendremos unos días separados, estamos muy bien juntos pero desde que enfermó, llevo cinco años que no nos separamos para nada, y a veces hace falta un poco de respiro, aire, para volver con más ganas de estar con él. 

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