Llevo una semana bastante entretenida, pues mi yerno lleva una semana dentro de un hotel de tres estrellas o de un balneario con señoritas guapas con bata, como lo queramos llamar.
Da paseos cortos por los pasillos, come sentadito en la cama, lo visitan muchas veces y le hacen “cosicas” la señoritas que están en el control, lo tratamos como a un rey o mejor, su mujercita —ósea mi hija— esta casi todo el día con él, incluso algunas noches duerme a su lado, y están con todos los gastos pagados pero encima el hombre dice que se quiere ir a su casa. Si es que a veces somos unos desagradecidos.
¿Y lo que estas ahorrando estando aquí, que no gastáis nada de nada?, les digo yo, bueno, como en los hoteles, el agua embotellada la pagas tú o el que se la lleve, pecata minuta. Que como cada uno que subimos le llevamos una para que no le falte, al final tendremos que poner una tienda en la planta para vender el agua mineral; la del grifo no, pero el señorito quiere agua mineral, que para eso está en un hotel fino, dice. Pues nada agua del Pirineo que le llevamos.
Y esto va para largo, como mínimo 10 días más, si todo va bien. Ya os abráis dado cuenta que hablo del hotel más grande de mi ciudad, lo llamamos cariñosamente desde siempre “La Casa Grande”, esto es cierto, pero algo de humor hay que ponerle al asunto mientras se pueda, que esto lo lee mucha gente y hay que ser positivo.
Como se suele decir, ya vendrán tiempos mejores y tendremos tiempo para todo.
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