Hemos cogido desde hace ya unos años una buena costumbre y es reunirnos unos cuantos vecinos estos días, para celebrar la Navidad tomándonos un cafecito y llevando cada uno alguna cosa, en mi caso un bizcocho que no es por nada pero me salen buenísimos.
Cuatro horas de café, copitas, bizcocho, rosquillas, polvorones…, y agua, mucho agua, sobre todos para los fumadores y los habladores.
Entre los habladores está mi santo, que parece la Wikipedia; le preguntan de todo y el mariconcete de él, todo parece que lo sabe; yo no sé si lo sabe o de vez en cuando mete alguna bola y se lo inventa, pero él está encantado de la vida, y los que escuchan más.
Entre los habladores está mi santo, que parece la Wikipedia; le preguntan de todo y el mariconcete de él, todo parece que lo sabe; yo no sé si lo sabe o de vez en cuando mete alguna bola y se lo inventa, pero él está encantado de la vida, y los que escuchan más.
Entre él y la anfitriona, una chica joven, nos amenizaron la tarde del sábado, hasta que los niños que había, avisaron que tenían que cenar, miramos los relojes y nos marcaban las 9.30 de la noche, cuando todos creíamos que eran las 7.
Hay que decir que los demás somos mas bien sosos, o que realmente somos más comedidos, ya que por muy bien que te lleves, son vecinos y hay que seguir llevándose bien. Y eso si, no criticamos a ninguno de los que no estaban. Fuimos unos seres comportados.
La verdad que tenemos suerte con los vecinos, somos 21 vecinos, nos llevamos bien y no tenemos ningún problema en la comunidad. Es importante conocerse, tratarse y tener buena relación con los vecinos, algo que parece pasado de moda, pero que también es calidad de vida social.
Todos coincidimos en lo mismo, ni nos ha tocado la lotería, ni tenemos una salud de hierro, unos en el paro y otros a punto de ser obligados a pre jubilarse con las nuevas leyes, pero seguimos viviendo en buena armonía, que es lo importante, y ahí estamos para ayudarnos los unos a los otros.

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