Hoy tengo cena familiar, viene mi cuñado con su novia (qué raro suena). Se ha empeñado mi santo en invitarlos en casa con lo bien que se está en un restaurante, tomándote aunque sea un bocadillo. Aquí en casa nunca sabes si vas a quedar bien o mal, hay que poner mantel, la mesa bien puesta, guisotear y recoger, y qué poquitas ganas tengo (bueno, que no me quiero quejar, que me lo he prohibido).
Mi santo me ayuda, pero en cuanto vienen los invitados se sienta y ahí que se me queda las cosas para mi. Bueno, intentaré poner buena cara y sonreír, como decía la Pantoja, ¡¡dientes, dientes!! que es lo que les gusta a la gente. Ya os contare como nos ha ido, creo que bien, por que la verdad, la chica es muy buena persona, pero yo llevo unos días enfriadilla y no tengo el cuerpo para muchas juergas familiares. ¿Dónde se esconde esa isla desierta a la que me iré en cualquier momento a esconderme?
Prohibido quejarme, prohibido quejarme, prohibido…

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