El viernes pasado el Kiko Matamoros se cobró unos euros por la noche a costa de intentar darnos pena llorona. Yo no digo que no sea un cacho de pan disfrazado de monstruo de las galletas, pero su figura de armario de tres puertas no ayudan a creerse sus lloros. Creo que está enfermo de algo más que de sus ojos, que según él mismo comentó otra vez, le están dejando medio ciego; que los ojos tienen muy mala leche, que lo sé por cercanía pues mi santo está también tocado, pero me da a mi que además tiene algún otro problema de salud complicado, dios no quiera, que no lo queremos nadie para nadie.
El caso es que Sálvame es un nuevo tipo de programa televisivo en donde los protagonistas no son los famosetes de revista a todo color sino los propios colaboradores y presentadores, que se prestan y juegan a ser pasto de las furias del resto de compañeros. Es como el colegio de chulos contra niños buenos, pero a lo bestia y sin que nadie deje claro quien hará siempre de chulo y quien de adulto “bueno”. Un todos contra todos con tal de tener audiencia, je, je. Y lo digo yo.
En el sueldo debe ir el insulto y la bravuconada. Lo malo debe ser el resto de familia, que se ven envueltos en peleas que ni les van ni les vienen. Lo mejor es lo del Kiko Hernández, que como no tiene familia de famosetes cercanos, no salen para nada a tocarle las morales.

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