Buenos días, y por decir algo. Porque el calor y la humedad que hay aquí no es de recibo.
Hay más humedad que en la playa, cosa que no entiendo siendo que vivo rodeado de desiertos monegrinos. He salido un poco a la calle y he llegado reventada del todo, que si viene un toro detrás de mi me pilla, porque no podía casi moverme.
Eso y los nervios que hemos hecho mi santo y yo. Nos piden papeles en el INAEM, y te piden hasta las veces que meas al día.
Lo juro, hasta el numero de la seguridad social —pues lo tiene que poner usted aquí— nos dice; ¿pero no lo puede usted mirar en el ordenador? —¡ah! si— nos dice con cara de somarda la señora de la propia Seguridad Social.
De todos modos hacían falta más cosas como el libro de familia; en fin que nos hemos ido y hemos tenido que volver. Por cierto, en ningún lugar decía que tuviéramos que llevar el libro de familia, pero bueno, lo perdonamos.
No sé para que tanto organismo. INSIS, EVI, INEN, y no se cuantos más de siglas retorcidas para que luego te digan que ¡no! a lo que pides.
¿No podrían estar mas comunicados entre ellos, y no que tienes que llevar a todos los sitios un fajo de papeles todos iguales?
¿Para qué tanta informatización si no sirve para nada?
Sobre todo si no la saben emplear.
En fin que hemos empezado bien el mes. Y cuanta gente, por todos los sitios ¡¡diosle!!. ¿Pero no decían que en agosto no había nadie por estos sitios?
Y si, teníamos 20 personas delante de nosotros, y otros 22 la segunda vez que hemos ido. En un recibidor de unos 15 metros cuadrados y con 8 asientos, en plan tortura china, aunque suave. Todos de pié esperando a que vayan corriendo los numericos del marcador. Todos mirando como bobos a la pared. Claro, como estábamos todos enfermos o desempleados, pues aunque nos castiguen no pasa nada. Igual nos cabreamos mucho y nos entra un mal nuevo y nos apagamos antes.
Voy a descansar un poco que me lo he merecido. Más que nada para no romper algo de un tozolón.
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