Ayer estuve viendo una exposición de Joan Miro en el palacio de Sástago de Zaragoza. La exposición —“Miró y el mundo de Ubú”— está bien, hay muchos cuadros y títeres muy grandes de obras de teatro, pero hay que reconocer que aunque todos digan que fue un genio —que no lo niego—, hay algunos cuadros que mis hijos cuando eran pequeños en el cole los hacían mejor y encima los suspendían en dibujo.
Claro que solo por el valor, no de pintarlos o hacerlos, si no de exponerlos, ya es todo un mérito. Mi santo me matará a gorrazos cuando lea esto, pero es lo que yo pienso, no digo que algunas cosas no estén bien, pero otras la verdad, que si quieren que lo reconozcamos como buen pintor, seria mejor que no los expusieran.
De todos modos recomiendo que si alguien la puede ir a ver, que vaya a verla. Es un gustazo que pongan en Zaragoza exposiciones así, y a la vez ves la planta baja del Palacio de Sástago, que aunque es relativamente poco lo que se puede ver para la inmensidad del palacio, esta muy bien su patio interior.
Me dice mi santo que ya no me lleva más de exposiciones, que no vaya a ser que me atonte más, dice. Bueno, él no se atonta, pues ya vino tonto de fábrica.

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