18 may 2012

La familia vendía cerezas sabiendo que era peligroso


Es una calle cualquiera de Zaragoza. Junto a una tienda de frutos secos a la que he ido a comprar unos churros hay una familia apoyada en el edificio.  El hombre de unos 30 años vende cerezas de una pequeña canasta apoyada sobre la acera. A unos dos metros la esposa con una niña de menos de dos años en sus brazos se dirige hasta él que está junto a la canasta con unas bolsas trasparentes.
–Anda, cógela, que quiere estar contigo.
–No, que si vienen, no quiero que te cojan a ti.
No he tirado los churros a la basura de casualidad. Me he quedado de piedra, os lo juro. No sé decir nada más. Bueno si, la niña era preciosa y no se enteraba de nada. Menos mal. Yo no estoy para florituras, pero jodo, hay familias mucho peores que la mía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario