Al lado de mi casa hay unas casitas bajas pequeñas en donde viven gente de más de 65 años, menos en una que viven como unos 20 vecinos de raza gitana, casi todos jóvenes con los abuelos, que la verdad, no sé cómo pueden dormir, estar sí, por que la mitad del día la pasan en la puerta sentados en sus sillas tipo pueblo, te saludas y te llevas bien con ellos, pero son raros de entender en su forma de convivir, la verdad.
Pero lo que me ha sorprendido hoy, es que cuando nos hemos ido de compras había una bolsa de ropa que de vez en cuando dejan los vecinos del barrio en su puerta; hasta ahí todo bien. Es más, yo he comentado a mi santo que también podríamos bajarles ropa que ya no nos ponemos pero que está bien de calidad y mi santo que a veces es muy sabio, siempre me ha dicho: —no, vete a saber si luego no la venden en el rastro.
Eso no seria lo peor, por lo menos sacarían algo de dinero, pero cual ha sido mi sorpresa que cuando he vuelto de comprar, estaba una de las señoras mayores de la casa con una caja grandísima de cartón llena de ropa tirándola a la basura, eso si la caja la ha plegado cuidadosamente y se la ha metido en casa. Según mi santo para venderla a peso como cartón. No entiendo nada de nada. A mi hija le dio el otro día una amiga una camiseta que a la chica no le valía y ya le dije a mi hija si no la deseaba que para mi. Estamos en el mundo al revés. Anda, que no ha llevado mi hija ropa entregada por amigos de sus hijos, y yo bien contenta, y mi hija más, que tenia modelito para cada día.
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