Pues como ya he comentado otras veces, no tengo nietos, pero como si lo tuviera. Tengo un perro llorón como un bebe. Ya nos ha dicho mas de una vez la veterinaria que en el barrio hay dos perros llorones, el mío y otro más. A veces parece un niño y otras un abuelo.
Cuando algo no le gusta o te paras a hablar en la calle con alguien, en seguida gruñe y empieza a ladrar. Un típico egoísta abuelo, que se cree que todo el mundo gira para él. Y cuando quiere algo, llora y eso es lo que ha pasado esta noche.
Como hacia “muuucho” calor que ni el ventilador funcionaba para aliviar, pues nos hemos puesto las almohadas en los pies a ver si así notábamos más el aire y podíamos dormir, cuando estábamos casi dormidos, el perrito de marras empieza a llorar –qué le pasara ahora— me pregunto. Me levanto a mirar —pues no, agua tiene— me digo, ¿pero qué te pasa? le pregunto como si me pudiera contestar, y eso que entiende lo que quiere.
Mi santo entre sueños me dice balbuceando —no le grites, que se despierta— ¡coñe! despierto ya está, y yo también. Sigue llorando y al final mi santo cae en la cuenta. Tuvo que ponerse mi santo a pensar para que le dejáramos dormir y esta vez acertó.
Como nos hemos puestos los almohadones en los pies el tonto del perro no sabía subir a la cama como todas las noches a dormir con nosotros. Así que como buenos abuelos perrunos, nos hemos puesto las almohadas en su sitio, hemos pasado calor pero el “perrico” ha podido dormir a gusto y al lado de su amo.
Igualico, igualico que cuando eran los niños pequeños, que también dormía con ellos en la misma casa, pero NUNCA en la misma cama. Es lo que tiene tener nietos perrunos, que les damos vicios y se nos apoderan.

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