Estoy en tiempo de bodas y el sábado vi unas cuantas para copiar, je, je, dando una vuelta por el centro de mi ciudad. Da gusto ver esa diferencia de colores que llevan las señoras y de hechuras y “moderneces”, largos de fiesta, cortos de discoteca, faldas cortísimas o larguísimas, vestidos de variado corte y pelaje, algunas, todo hay que decirlo, con muy osado gusto en su elección, pero para eso están los colores; aunque elegir un amarillo fosforito y justo por debajo del culo creo que no procede, excepto que tengas síndrome de semáforo.
Y luego están los hombres, que parece que les han hecho un barato para ir todos al mismo sastre o eso es lo que parece.
Las tres bodas que vi iban todos los maromos de diversas edades vestidos de un gris marengo serio y trascendente, pero no uno más claro que otro, no, todos de gris oscuro que más que una boda parecía que iban de entierro; claro que a lo mejor se estaban congratulando con el novio y le estaban dando el pésame a su manera por haberse casado en estos tiempos, que es lo primero que les dijo el cura nada mas entrar en la iglesia; por que en una de ellas entramos para ir haciendo boca para este viernes y escuchamos al sacerdote decirles: —parece mentira que en estos tiempos, haya gente que todavía se quiera casar— con dos bemoles eso les casco el cura, mientras pedía silencio y nos salimos pitando para no contagiarnos de “bodatitis”.
Por eso he tomado nota y mi santo y mi hijo van a ir a la boda del viernes de verde y gris claro, vamos con lo que tengan en casa, que bastante carico sale hacer el regalo, como para comprarte también trajecitos que luego ya no te los vuelves a poner más que para los entierros, y como que no están los tiempos para eso, pues hay que ahorrar. No para entierros, que también, sino para gastar.
Las mujeres y sus vestidos ya somos otra cosa, siempre y cuando te compres cosas normales, por que si te comprar un traje de fiesta: ¿cuándo te lo vuelves a poner, ese ni pa los entierros vale J. Claro que me imagino a la señora del vestido fosforito amarillo naranja, poniéndose en una noche loca sin ropa interior para que le pique y se tenga que rascar mientras su santo se lo arranca a mordiscos pensando que se está comiendo un melocotón dulce y sabroso, je, je.

No hay comentarios:
Publicar un comentario