Hoy, en el Día del Pilar, no hemos podido tener una mañana seca, lo que no ha restado la de siempre gran afluencia de personas a depositar su ramo de flores ante la Virgen del Pilar, entre ellas mi hija que se ha puesto como una sopa. Entre golpes, paraguas, lluvia y claveles congelados, que ya no son frescos ni lo claveles, le han llegado media docena a la ofrenda, de 12 hermosos claveles blancos que llevaba. Mecachis la.
La lluvia ha deslucido la mañana y las aglomeraciones de otros años han sido menores. Con todo, la fiesta sigue y las ganas de comer en familia permaneces intactas. Es sobre todo un día familiar, de fraternidad y reunión. Una tarde con sobremesa amplia.
Y los claveles partidos se los hemos puesto en un pequeño lugar que en casa tenemos a modo de altar, para los abuelos fallecidos, así ellos han salido ganando de la lluvia y los claveles rotos.
La comida me la está haciendo mi santo, que tiene mucha mano para los platos raros. Este año nos hemos salido de cazuelo, y nos está preparando un marmitako, como si fuéramos una familia de pescadores vascos, que mira tú que pinta eso en un día como el del Pilar. Al menos tendremos aperitivos andaluces, vino de Navarra, pastelería y cava catalanes y café de Colombia. Creo que el pan si que es aragonés. Y cualquier le dice nada al buen hombre, que está con delantal y todo. Y eso que era amigo de Labordeta, que si no nos pone baguette.
Perdona, pero las patatas fritas son de Utebo, el aceite que he empleado es del Bajo Aragón, el agua del Pantano de Yesa, la cocina es Balay y este seguro servidor, es decir el cocinero, del Barrio del Boterón.
ResponderEliminarMulticulturalidad gastronómica en Zaragoza, me gusta esa idea.¿Hubo homenaje a Labordeta?
ResponderEliminarSaludos¡¡
Pues aparte del pañuelico al cuello, y alguna cancioncica de el, cantada por mi hija y por mi, al cocinero se le olvido poner algo en su honor. Ya sabemos (con perdón) que los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez y si guisaba no pensaba.
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