Me acabo de comer el ultimo trozo de torta (dobladillo grande relleno de frutos rojos) que me trajo mi hija de Ayerbe, pueblo de la provincia de Huesca, que es donde han estado este fin de semana.
Si se hubieran ido a Cancún no me podrían haber traído algo tan bueno, por que seguro que en esas tierras habrá cosas buenas, pero cosas como las de nuestros pueblos seguro que no. Así que mejor que se vayan de vez en cuando por estas tierras nuestras y así me podrán traer cosas naturales: tortas, chorizos, morcillas.
Porque como ahora no puedo ir de pueblos ya que se necesita coche y de momento no quiero que mi santo se lo compre, pues tendré que abusar de los que tengo cerca, y qué mejor que de los hijos, esos seres tan queridos para mi, y que coste que no es peloteo, que lo digo desde el mismísimo corazón.
Y que coste que yo también hago buenas magdalenas y bizcochos, pero hay que tener ganas para hacerlo, y en estos momentos (quiero decir estos días) pues como que no tengo muchas ganas de trabajar.
La torta, y lo digo para dar envidia, tenía unos dos palmos de larga y nos la comimos en una sobremesa mi hijo, mi santo y yo. Así estoy de…, bueno que no se lo diré a la enfermera, que me castigará.

Yo cuando voy a un pueblo, lo primero que busco es una panadería con ese olor característico de los dulces de pueblo.
ResponderEliminarY cuando quieras te llevo de pueblos que en el coche caben hasta cinco, y en el maletero caben las provisiones :) .
Lo primero que hay que buscar en un pueblo es el convento de las monjas, no hay mejor repostería que ésa.
ResponderEliminarNo me deja hacer comentarios.
ResponderEliminarMecachis la
pero no en todos los pueblos hay conventos. Entonces hay que acudir a la panaderia, que tampoco esta mal.
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