Vino de Labastida (Rioja alavesa) para una comida familiar

Hoy me ha invitado mi hija a comer en su casa. Quería hacer unos experimentos y le hemos servido de conejillo de indias. La comida ha estado bien, aunque ella hubiese preferido que estuviera mejor. Nos ha hecho unas croquetas de morcilla y otras de atún, pero bien hermosas y buenas. Y de segundo un Quique Lorraine casero, estaba buenísimo, y no es por hacerle la pelota por que me lee, si no por que es verdad que estaba bueno; mi hijo que es muy tiquis miquis ha repetido, con eso lo digo todo.

Ha aprendido la chavala, claro que con bisabuelas cocineras de marqueses, es normal que algo haya heredado.

Y no digamos el vino que nos ha puesto, —por que una buena comida sin vino no es nada, en cambio una comida regular pero con buen vino la cosa cambia bastante—, un Rioja Alta, de Labastida, crianza, buenísimo.

Y lo que nos hemos reído, no se de qué, pero yo, que cuando quiero soy un poco payasa, pues les he hecho pasar un buen rato.

Lo malo es que como ahora no tenemos coche, nos cuesta un poco ir hasta su casa, y no es cuestión de hacer a mi yerno que nos lleve y nos traiga, más que nada que tenemos que acostumbrarnos a no tener coche, y es que si hace ida y vuelta, el que sale perdiendo el tiempo es el y no es plan.

Bueno pues eso, lo bien repartido está bien, ellos suelen venir casi todos los domingos, pues yo también entiendo que a ellos les guste que vayamos a su casa.

Así que a ver si experimenta otra cosa y nos vuelve a invitar. De momentos seguimos vivos.

Os dejo una imagen de la Plaza de Labastida en Álava en recuerdo del vino. Por cierto, plaza en donde hacían unas patatas con chorizo (no sé si las siguen haciendo) en un restaurante que estaba en un primer piso de un caserón, que te chupabas los dedos hasta de los pies. Cachis.