“Tres días hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión”.
Es un dicho que no sé muy bien qué quiere decir, pero ahí está.
De momento aquí hace sol y tenía que estar lloviendo, no sé si esto es bueno o malo; bueno para los cofrades, malo para el campo, y para mi, ni fu, ni fa; vamos que hoy estoy como que no estoy.
Estar estoy, si no, no estaría escribiendo.
Me muevo, lo noto; pero poco, si intento levantar la mano, se me mueve sí, si intento mover la pierna, sí, se me mueve también pero mal. ¿Estaré todavía viva? ¿me obedezco a mí misma o es la inercia esa?
Que conste, que solo me he tomado dos cafés con leche aunque parezca lo contrario, pero estoy tan contrariada que solo sé…, que no sé nada.
Vamos, como casi todos los días.
En fin, para terminar el día hoy me toca cenar con mi cuñado/hijo cincuentón y su nueva novia, que eso sí que me hace muuuuuucha ilusión; a lo mejor por eso estoy así de contenta ☺. Va cambiando de novias como yo de ropa interior.
Y no es que me guste estar así, quiero decir contenta falsa, por que lo mío es estar melancólica, triste, sosa, pues si no, mi familia no me conoce y mi hijo se mete conmigo.
¿Pero qué hacer cuando una quiere reírse del mundo y con el mundo y no puede o no sabe?
Bueno del mundo o simplemente de un chiste, que me conformo con muy poco, que tampoco hace falta pasarse del blanco al negro.
De momento me voy a jugar a mi terraza al tenis, con una pelota agarrada a una goma para que no se caiga a la calle y así me desahogo un poco dándole a la pelota con la pala y toda la mala leche posible. Haber si la rompo y me quedo más ancha que larga.
Pues si, he sido capaz de levantarme sola de la silla. Debo seguir viva.

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