Estoy en Bilbao que es el peor sitio del mundo mundial para hacer dieta. Tras cuatro vinos txakolí, que mi santo es muy dado a beber de lo típico, he terminado a la orilla de la ría riéndome con un teléfono móvil en la mano, lo que está por mi edad muy feo, os lo juro.
Las tapas son ya casi todas de diseño. Tanto que te tienen que poner una nota para que sepas qué pides, qué comes. Bueno, también están las de siempre, una gruesa tortilla de champiñones muy jugosa o tostada de salmón con gulas y un poco de salsa de incierto sabor pero ligeramente ácido, sin contar el jamón fino con queso de cabra y confitura de manzana o la cestita de carne picad de ternera con salsa barbacoa y queso fundido.
Nos gusta visitar las iglesias por su arte escondido, por su tranquilidad y sosiego. Pero esta tarde en la de San Juan Bautista al poco de entrar han empezado a entrenarse con el órgano, que estando yo con mi santo solos, ganas me han quedado de no irme de allí. Sonaba como en una enorme cueva, solo para los santos y para nosotros. Hasta mi santo se ha sentado a escuchar la música. Casi mejor ese momento que el del txakolí. He dicho casi, je, je.
7 ago 2012
El txokolí es un vino blanco que nunca se sube a la cabeza, ¡Ja!
Estoy en Bilbao que es el peor sitio del mundo mundial para hacer dieta. Tras cuatro vinos txakolí, que mi santo es muy dado a beber de lo típico, he terminado a la orilla de la ría riéndome con un teléfono móvil en la mano, lo que está por mi edad muy feo, os lo juro.
Las tapas son ya casi todas de diseño. Tanto que te tienen que poner una nota para que sepas qué pides, qué comes. Bueno, también están las de siempre, una gruesa tortilla de champiñones muy jugosa o tostada de salmón con gulas y un poco de salsa de incierto sabor pero ligeramente ácido, sin contar el jamón fino con queso de cabra y confitura de manzana o la cestita de carne picad de ternera con salsa barbacoa y queso fundido.
Nos gusta visitar las iglesias por su arte escondido, por su tranquilidad y sosiego. Pero esta tarde en la de San Juan Bautista al poco de entrar han empezado a entrenarse con el órgano, que estando yo con mi santo solos, ganas me han quedado de no irme de allí. Sonaba como en una enorme cueva, solo para los santos y para nosotros. Hasta mi santo se ha sentado a escuchar la música. Casi mejor ese momento que el del txakolí. He dicho casi, je, je.
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