5 ago 2012

¿Qué se puede hacer cuando el esposo duerme como un cerdo y una está desvelada?

He pasado una noche de lo más entretenida, como si hubiera estado de botellón pero sin moverme de la cama. No he podido dormir nada. He rezado todo lo que me sabía y más para intentar dormir, manías que tiene una por haberse criado con monjas hasta los 22 años. Bueno pues nada, vueltas “pa” un lado, vueltas “pa” el otro, piernas “pa rriba”, “pa bajo”, hoy ya no me hace falta Pilates. 

Y cuando parecía que me quedaba dormida “zas” el perro debajo de la cama escarbando, que digo yo, ¿que podrá encontrar en la baldosa como no sea polvo?, y como es noche de sábado, verano y dormimos con la ventana bien abierta, pues se oyen todas las conversaciones de los que pasan por la calle hablando, que te enteras de lo que se dicen, pero en lo mas interesante se alejan y te dejan a mitad. ¡No está bien, no, pararos puñeteros para que me entere del final! 

Y que me decís de esos que llevan la radio a toda marcha y justo se paran en el semáforo que como esta debajo de mi ventana te dan ganas de bailar bacalao durante un minuto, que digo yo ¿porque por la noche en calles que no son muy transitadas, no ponen los semáforos en ámbar?. Y cuando parecía que se quedaba todo en calma y era el momento de intentar otra vez dormir, el camión de la basura. Bien, pienso yo, el que faltaba, pero de pronto un estruendo, me asomo y no veo nada, y ahora al levantarme he visto lo que era. El bar de al lado de casa, que algún gracioso ha tirado todos las mesas y sillas al suelo (ya sabéis que las amontonan una encima de la otra), pero el gran ruido solo lo he oído yo, mi santo seguía roncando como si se acabara el mundo, que no sé como logra escaparse de este mundo con tantos ruidos. Y todo por su culpa. 

Sí, todo ha pasado por no entender yo el inglés aragonés; como suena. Anoche viendo un programa de humor en la tele aragonesa, un grupo muy bueno que sale todos los sábados haciéndonos reír, había un personaje que se llamaba Cofir, y mi santo para hacerse el gracioso me dice: —pues ahora un cofir no estaría nada mal ¿quieres uno?. 

—Qué es eso— preguntó mientras sin esperar respuesta se levantaba para hacerme la gracia. 

—Ya verás, ya— me contestó mientras se iba la cocina. 

Yo oía ruidos y pensé —gofres no pueden ser, no tenemos y lo mas parecido son tortitas que a las diez y media de la noche no se va a poner hacer, me daban ganas de ir “alcagüetear” pero pensé, esperaremos a la sorpresa, y menuda sorpresa. 

Me aparece con dos tazas de “cofir súper fuerte con nata y ron” que lo que él dice que me dijo era coffe, que los españoles decimos CAFÉ, pues no te jode, que me lo tuve que beber para no hacer un feo. Y así me ha ido toda la noche. Pero él roncaba como un cerdo en día anterior a San Martín.

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