14 nov 2011

Hoy he disfrutado de una mañana casi de sexo con el palo de la escoba

Hoy me he levantado con ganas de limpiar, ¡fíjate qué gozada! Ya hacia días que no lo practicaba como me gustaba a mi, con alegría y gozo, je, je.
Con eso de que tengo a los dos hombres en casa todo el día, limpias, si, pero por encima. Hoy lo he hecho a conciencia, he movido todo, camas, sofás, muebles, una paliza de esas que no sé cuando lo volveré hacer. Me lo ha pasado en grande, como en noche de sexo brutal.
Ya será para el año que viene cuando lo repita, que tampoco es cuestión de gozar tanto de golpe, no me vaya a viciar. Pero lo mejor es que no me han ayudado en nada los hombrecillos que tengo en casa, al revés, me dicen que para qué friego todos los días los baños.
Son increíbles. Bueno, increibles y unos maromos con las cachazas inflamadas. Vamos, con los cuajos colgándoles por la garganta.
No me sale, pero a veces pienso en hacer lo que ellos hacen, sentarme en el ordenador y esperar a ver qué pasa. Más que nada por saber qué capacidad en altura tiene una vivienda en aguantar la mierda. ¿Un palmo?, ¿medio metro?
Y todavía se me ríen y me dicen que si es disfrutado, pues se lo tengo que agradecer que me han dejado que lo haga y sin molestarme, serán mamones.
Pero cuando por un casual sale algún plato o vaso sucio del lavavajillas —que pasa, por lo menos en el mío—, me lo dan para limpiarlo, pues si no les gusta limpiar, ¿qué esperan, que se hagan las cosas solas, por qué no las hacen ellos?
Hombres.
¿Y el gusto que dar ver todo limpio y recogidico?, a ellos los primeros. ¿Que serian de algunos sin nosotras?
Bueno, yo hoy me siento bien, ¿cuanto me durará?, pues ya os lo digo, hasta el miércoles que me toca enfermera y como seguro que no he perdido peso vendrá el bajón. Le estoy cogiendo manía a la enfermera, y eso que es una bendita. Si, maldita enfermera que me prohíbe comer jamón con tomate, ¡so delgada!

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