El domingo por la tarde se me ocurrió ver el programa de Televisión Española sobre productos carísimos para mentes excelentes y enfermas de vanidad. Vamos, que para estar en crisis, parecía que estaban hablando de otro país o del cielo, pero no era el nuestro.
Qué cosas. Crema para la cara de 900 euros el botecito. Un chocolate en el Ritz que valía la taza 9,5 euros y aparte el churro. Ponerse oro en la cara, si, si, oro de verdad y en el cuello para que no te cuelguen las pieles viejas, tremendo el truco. Hacerte una liposucción y guardar la grasa —¡uh qué asco!— en no se donde del extrajero para cuando te haga falta ponértela en la cara (eso cuesta al mes otros 100 euros al mes de mantenimiento en el congelador, mas lo que le costara quitársela), según la boba que se dejaba manipular la tripa, lo que cuesta cuatro cenas al año.
La verdad, no sé donde ira a cenar, me supongo que sola y en el MacDonald. No concuerda mucho. Se ve que hay mucha gente que no tenemos dinero y otros muchos que no saben donde ponerlo.
!Ah!, y un viaje de ensueño decían, la vuelta al mundo por solo 19.000 euros por persona, claro, baratito. ¿Qué India o países parecidos les pueden enseñar a personas que les molesta no lavarse las manos cada 15 minutos, o que odian no tomarse el vino a la temperatura aconsejada?
¿Para qué nos echan esos programas?, ¿para cabrearnos o para reírnos?. Creo que para las dos cosas. No sé si odiarlos o reírme de ellos y ellas. De momento me ataré el anillo de boda con un celo en el cuello, haber si se me sujetan las estrías, je, je.

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