30 nov 2011

A las gordas, los médicos no nos quieren ni ver

Los médicos no nos quieren a las gordas, casi diría que nos odian pues les representamos más trabajo. 

Hoy he estado en el medico de familia debido unos dolores de rodillas que llevo desde hace tres meses, pero mi pereza, y mi antipatía hacia las personas de bata blanca me impedía ir. Debo reconocer que el odio a la bata blanca viene de cuando mi santo la llevaba durante varias décadas y me costaba un riñón y parte del otro dejarla blanca blanquísima.

Yo me imaginaba lo que tenia, “artrosis”, pero como no soy médico pues quería que me dieran un diagnostico. 

Como usted no fuma no bebe (terrible problema para los médicos, encontrase a un enfermo que ni fuma ni bebe, pues les obliga a pensar en otros culpables), pues la solución es perder. —Nada, querida e impertinente enferma —me dice— esto es para toda la vida y lo que debe hacer es comer mucho menos y así las rodillas no tendrán que aguantar tanto peso. 

Cinco minutos me ha tenido para verme y lanzarme la bronca contra mi estómago con hambre; la de delante de mi ha estado 30 minutos, en serio, y cuando voy con mi santo también se pega mucho rato, ¿qué pasa, que él es más guapo que yo, que le cae mejor? por que él también está gordo y del corazón. 

Más vale caer en gracia que ser graciosa. Me ha mandado unas radiografías —pero para que tú te quedes tranquila— me ha dicho con todo el morro. Con razón no voy nunca, ni voy ni iré. Justo para los resultados y punto. 

Eso sí, me ha dicho —cosa rara, por que aparte de que coma poco siempre me dice que ande—que ande, pero poco y que sobre todo que procure no bajar escaleras. Eso es lo que más me ha gustado, y a mi santo ni te cuento, que lo machacaba con las andadas. Ahora cuando tenga que bajar escaleras que me coja a horcajadas o a caballito y que se jorobe, que yo también estoy enferma.

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