Llevamos años con lo del asesinato triste y doloroso de Marta del Castillo. No sé cuantos juicios para que los niñatos estos, que son unos mierdecilla de críos, sigan demostrando que no hay manera de sacarles donde esta el pobre cuerpo de la niña.
No es que esté a favor de que torturen en lo más mínimo a los delincuentes, pero igual que a veces les viene bien una torta a tiempo a los niños —por más que digan los entendidos que no—, a todos estos jetas asesinos, algún sustillo que otro no les vendría mal.
Ellos son los que han hecho el mal, pero los que lo están pasando muy mal son los padres de la chica; y estos energúmenos mientras tanto de rositas.
¿Pero no hay ninguna manera de que por lo menos nos digan donde esta el cuerpo?
Claro que, después de tres años ¿donde estará y cómo estará?
Y que montón de gente implicada: que si la novia, la amiga de la novia, el primo, el tío, el hermano, la madre que parió a todos estos, y casi, casi, hasta el cura que los confesaba y perdonaba; muchos y cada uno con un delito diferente.
La verdad que los jueces lo tienen un poco mal y complicado, por que todos a la cárcel tampoco, pues en estos tiempos de crisis es como si estuvieran en un hotel pero gratis, que encima lo pagamos todos.
Yo los dejaría unas horas sueltos, sin vigilancia, y diciendo donde están para darles unos buenos aplausos. Vale, vale, eso no es justicia de Universidad, pero hay veces que corrompen las entrañas.

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